Artista de circo, enigmática y misteriosa presencia. Exhibiste tus mejores trucos. Tus palabras me transportaron al oriente; una sola de tus miradas bastó para frenar los latidos de mi corazón.
Anulaste mis funciones emocionales e intelectuales. Perdí mi voluntad física; me entregué a vos con un ascetismo fanático.
Te seguí.
Aprendí a amar el dolor. Anduve descalza sobre tu cuerpo. Me heriste con cristales y ascuas. Tus besos me quemaron como antorchas; las yemas de tus dedos me cortaron como cuchillos.
Aprendí a soportar tus flagelantes silencios. Me torturaste con fuego, y aún así, quise perpetuarme a tu lado. Me mantuve día y noche, balanceándome sobre la punta de los dedos de tus pies.
Transcurrieron horas, días, meses y años.
Ya no podía enderezarme ni desplazarme. Me transportabas, me llevabas, me usabas como un objeto. No cumplía función alguna excepto estar a tu lado.
Luché atrozmente para superar tus barreras. Un objetivo utópico, plagado de sufrimientos.
Estuve bajo el sol implacable, la lluvia, la nieve. Hasta que alcé mis ojos al cielo y descubrí que tu placer y mi dolor eran una mera ilusión.
Dios...
ResponderEliminarme ha encantado.
juraría que hasta me siento identificada.
me encantaría seguirte.
¿puedo?
por supuesto!
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